Cuando los niños aprenden a escribir, sucede algo fascinante: se dibuja ante ellos un universo infinito de posibilidades. Saber leer y escribir les otorga la extraordinaria posibilidad de crear algo de cero.
Antes de hablar de los beneficios, veamos qué es y en qué consiste la escritura creativa…
¿Qué es la escritura creativa?
Cuando hablamos de escritura creativa, nos referimos al uso de la palabra escrita como medio de expresión artística. Dicho de otra manera, cualquier cosa que escribamos para expresarnos artísticamente, ya sean cuentos, poesías o incluso una frase corta, es considerada escritura creativa.
Algunos ejemplos de escritos que no califican como creativos, pueden ser los textos científicos o académicos, pues el valor de los mismos está puesto principalmente en su contenido y en la claridad con que se expresan, pero en cambio no suelen otorgar valor a la estética, la originalidad y el atractivo general como se hace en la escritura creativa.
¿Y por qué para niños?
Si bien la escritura creativa es beneficiosa a cualquier edad, dichos beneficios pueden verse potenciados durante la infancia por un sencillo motivo: durante la niñez, el arte en cualquiera de sus formas (baile, actuación, dibujo, etc.), se presenta en un estado mucho más puro que en la edad adulta. Se podría decir que las ideas de los niños aún no han sido “contaminadas” por el entorno -o al menos no demasiado-, y su expresión artística es un reflejo directo de su alma y sus sentires. Como bien dijo Picasso: “Me tomó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”.
A diferencia de la mayoría de los adultos, que tenemos el hábito de escribir con la cabeza, los niños, cual si se tratara de un simple juego, escriben con el corazón.
Existen numerosas actividades relacionadas al arte, y confío en que, con el acompañamiento adecuado, cada niño sabrá hallar la que más resuene con su alma. Si la actividad elegida es la escritura, ¡enhorabuena! La misma es un arma poderosa y un medio que les facilitará expresar su mundo interior.
Bueno, ahora sí, veamos qué beneficios trae la escritura creativa…
Beneficios a nivel intelectual
1) Ampliación del vocabulario y enriquecimiento del lenguaje
Según un estudio realizado por la Universidad de Ohio, al alcanzar la edad de cinco años, los niños a quienes sus padres les leen, en promedio, cinco libros por día, habrán escuchado un millón cuatrocientas mil palabras más que los niños a quienes no se les lee. Sí, leíste bien, ¡casi un millón y medio de palabras de diferencia!
Se podría decir que la lectura de libros, al igual que la escucha en el habla oral, son los primeros medios por los cuales los niños comienzan a incorporar nuevas palabras en su vocabulario. Ahora bien, ese primer contacto con las palabras, en el cual “consumimos” vocabulario de forma pasiva, es crucial; pero no es suficiente. El siguiente paso, es animar a nuestros hijos a tomar esas palabras y comenzar a emplearlas en su habla.
Por eso la escritura creativa va un paso más allá, dándoles a los niños la oportunidad de poner en práctica el vocabulario aprendido, pues no es lo mismo conocer el significado de una palabra que entenderla e integrarla lo suficiente como para poder darle uso.
Además, el vocabulario que incorporemos influirá directamente en nuestra percepción del mundo. No exagero: las palabras que conocemos y utilizamos crean paradigmas. Lo que podemos nombrar, existe.
Pongo un ejemplo: en Finlandia, país donde las temperaturas medias en invierno son inferiores a 0°, existen nada menos que cuarenta palabras diferentes para referirse a la nieve. ¡Cuarenta! Podrán imaginarse, entonces, cuánto más amplio es el universo de los finlandeses en lo que a nieve respecta. Lo que para nosotros resulta insólito e innecesario, para ellos es algo normal, y lo más probable es que, así como pueden valerse de más de cuarenta términos para referirse a lo que para nosotros es una misma cosa, un ciudadano finlandés promedio pueda, además, distinguir más de cuarenta tipos de nieve diferentes.
Existen, a su vez, casos opuestos: en la amazonía brasilera, la tribu pirahã habla una lengua que no consta de números, pronombres, colores o tiempos verbales. Y así como lo que nombramos, existe, lo mismo sucede a la inversa: lo que no nombramos, no existe (en nuestro universo).
El lingüista norteamericano Daniel L. Everett se vio tan fascinado por dicha lengua, que dedicó 25 años de su vida a estudiarla de cerca, en convivencia con la tribu. A pedido de los mismos pirahã, Everett intentó, por casi un año, enseñarles los números del uno al diez, pero no hubo caso: el concepto de los números no se había desarrollado en sus mentes y era para ellos algo tan abstracto que ningún miembro consiguió llegar más allá del número tres. Un detalle no menor es que, esta tribu no sólo no emplea números, sino que además su lengua carece de cualquier término que implique contar, como “algunos”, “todos”, “cada”, etc.
Esta visión de la vida dista muchísimo de la de la gran mayoría de las personas que, habiendo aprendido los números a una edad temprana, de un vistazo pueden saber que en la mesa hay cinco naranjas o cuatro manzanas, sin necesidad de contar una por una. Esto se debe a que, en la mayoría de las culturas actuales, los números son una parte esencial del vocabulario y, por ende, de nuestro paradigma.
Podemos afirmar entonces, sin ninguna duda, que nuestro vocabulario crea y define nuestra visión del mundo. Y cuanto más amplio el vocabulario, más vasto será nuestro universo y podremos pensar “más en grande”.
Un niño que lee y que, además, procesa y acentúa las palabras mediante la escritura, es un niño que vive en un universo mucho más extenso que un niño que no lee, pues la falta de vocabulario limita nuestros paradigmas, nuestros conocimientos y la exactitud con que podemos expresarnos.
Cuando leemos, los libros nos transportan a diferentes tiempos, lugares y temáticas y ofician de puente para que aprendamos palabras sobre temas específicos, como, por ejemplo: animales de la selva o de la granja, criaturas fantásticas como duendes o unicornios, palabras relacionadas a los reinos y princesas e incluso verbos y adjetivos nuevos. Todo este vocabulario nuevo amplía nuestro universo, pues ahora existen elementos que antes desconocíamos y que podemos utilizar para fabricar nuestras propias ideas.
Veámoslo como una receta. Si el único ingrediente que tenemos para cocinar son huevos, estamos limitados con las comidas que podemos inventar: huevos fritos, huevos duros, huevos revueltos y no mucho más. Ahora, si agregamos harina y azúcar, las opciones incrementan de forma notable. Y si traemos, además, manteca, frutas y especias, las posibilidades se tornan casi infinitas.
Podríamos decir que las palabras de nuestro vocabulario, son como ingredientes de nuestra cocina que nos limitan o facilitan a la hora de crear mediante la escritura.
A través de actividades y ejercicios de escritura creativa, los niños se enfrentan a la necesidad de estirar cada vez más los límites de su vocabulario y, por consecuencia, los límites de su mundo.
Mejor uso del lenguaje
No sólo eso, sino que, al contar con un vocabulario amplio, los niños aprenden a emplear las palabras con mucha más exactitud, poniendo en práctica lo que en narrativa llamamos concisión.
La concisión consiste en comunicar de manera eficiente y sin más palabras que las estrictamente necesarias. Puede parecer tarea sencilla, pero no lo es. Requiere no sólo de tener incorporado un vocabulario amplio, sino además de saber utilizarlo, evitando así las famosas palabras “baúl” o “comodines”.
Las palabras baúl son aquellas palabras genéricas que usamos a falta de contar con una más adecuada para la ocasión. Algunos ejemplos de palabras baúl son: hacer, decir, cosa, algo, bueno, malo, grande, interesante. En la mayoría de los casos, y dependiendo siempre del contexto, estas palabras pueden ser reemplazadas por otras más específicas. Por ejemplo:
EN VEZ DE DECIR… | PODEMOS DECIR… |
Hacer preguntas | Formular preguntas |
Tener una enfermedad | Padecer una enfermedad |
Tener buena salud | Gozar de buena salud |
Poner agua oxigenada | Aplicar agua oxigenada |
Decime si vas a venir | Confirmame si vas a venir |
Quizás estos ejemplos sean un tanto avanzados para niños pequeños, pero mi punto es ilustrar de manera clara en qué consiste la concisión. Y aunque pueda resultarnos insólito, esta es una herramienta que, casi sin darse cuenta, los niños pueden comenzar a desarrollar a una edad temprana.
Por otro lado, la habilidad de nombrar objetos, sentimientos, acciones y todo tipo de palabras, ayuda a los niños a sentir seguridad y a construir una autoestima fuerte. Pero eso ya lo veremos más adelante, cuando hablemos de beneficios a nivel emocional. Por ahora, sigamos con el lado intelectual…
3- Mejor ortografía
Otro beneficio de la escritura creativa, es el desarrollo de una mejor ortografía.
Si bien la buena ortografía comienza a construirse mediante la lectura, al igual que con el vocabulario, para afianzarla, es preciso trasladarla a la práctica.
Cuando los niños escriben con frecuencia, se enfrentan constantemente a dudas ortográficas: ¿cómo se escribe tal o cual palabra? Así las van integrando, hasta que muchas palabras salen bien de manera automática y sin pensarlo.
Por otro lado, el cerebro, casi siempre de forma inconsciente, comienza a conectar ciertos patrones que responden a normas ortográficas, y que nos ayudan a escribir correctamente palabras nuevas por pura intuición.
Por ejemplo: las palabras que llevan bra, bre, bri, bro, bru o bla, ble, bli, blo, blu, se escriben siempre con B. Esto es algo que a muchos niños se les enseña en la escuela, pero que la mayoría aprenderá por leer y escribir palabras como brócoli, blando, brisa, increíble, etc. e incorporar ese patrón a su mente.
Y así como sucede con la ortografía, lo mismo aplica a la puntuación, la gramática y la redacción general: las técnicas se desarrollan y mejoran con la práctica.
4- Organización de ideas
Una característica de la escritura en la infancia, es la espontaneidad. La mayoría de los niños comienzan a escribir sin tener muy en claro hacia donde van. No hay nada de malo en esto -de hecho, muchos adultos desearíamos poder largarnos a escribir sin tanta vuelta-, pero, a medida que la escritura va madurando, los niños comienzan a enfrentarse a la necesidad de planificar un poco sus textos.
Una buena planificación requiere de varias habilidades, como la organización y orientación de ideas y la programación de la estructura general. Cada niño es un mundo y, por ende, el método de planificación irá variando: algunos harán listas o esquemas en su cabeza, otros dibujarán tablas, y así. Lo importante no es tanto el cómo, sino el hecho de que, así como se ordena un cajón repleto de objetos, los niños estarán ordenando sus ideas. Y ese orden, con el tiempo y la práctica, irá evolucionando y volviéndose cada vez más eficiente.
De más está decir que la habilidad de ordenar ideas favorece muchas más áreas que la escritura: favorece la vida. Pues lo que se está haciendo, al fin y al cabo, es poner en orden nuestros pensamientos.
Y ahora sí, vayamos a lo emocional.
Beneficios a nivel emocional
1- Libertad de expresión y mejor gestión de las emociones
Un cuaderno de escritura creativa es un espacio de expresión íntimo, seguro y privado. El cuaderno escucha, no juzga, no pone reglas; simplemente está. Allí todo se vale. Allí, un niño puede ser él mismo en toda su esencia y expresar -a veces de manera consciente y muchas otras no- sus sentimientos y emociones más profundos.
Todos los niños necesitan ese espacio seguro, ya sea en forma de papel y lápiz, pincel y lienzo o algún instrumento musical; la expresión artística ayuda a canalizar nuestros sentires de manera saludable y a transformarlos en algo bello.
Al igual que los adultos, los niños sienten: enojo, tristeza, alegría, paz, frustración, celos, curiosidad, vergüenza, etc. Un cuaderno en blanco es una herramienta que facilitará la gestión saludable de estas emociones, incluso cuando no se las nombra de manera directa. (Demás está decir que la escritura es apenas una herramienta para la gestión de las emociones, pero la base se construye en el día a día a partir del trato de las figuras de apego).
Por otro lado, los niños atestiguan o vivencian diferentes situaciones que muchas veces necesitan “digerir”: cambios de dinámica en la familia, mudanzas, duelos, peleas y reconciliaciones, viajes, sorpresas, fechas especiales, etc. La escritura es un recurso útil para procesar toda esta nueva “información” emocional. Es muy común que los niños “tomen” estas situaciones y las transformen en textos, aunque a veces no se note a simple vista porque puede que estén “camufladas”.
Podemos afirmar, entonces, que el hábito de la escritura es un “compañero” que nos ayuda a transitar diferentes emociones y etapas de la vida sin negarlas o taparlas.
Así como hablamos de que, al planificar un texto, ordenamos las ideas, podríamos afirmar que, al escribirlo, ordenamos nuestros sentimientos.
Escribir nos ayuda a conocer de cerca los sentimientos, entenderlos, procesarlos, aceptarlos.
A su vez, al inventar historias, trabajamos el cambio de foco o de perspectiva y, en consecuencia, la empatía. Escribir nos lleva a atravesar otros mundos y realidades, a cuestionarnos, a crecer. A procesar emociones y, por ende, a gestionarlas de manera más idónea.
2- Paz, claridad y relajación
Podría decirse que las actividades artísticas son una suerte de meditación, pues requieren poner el foco en el aquí y ahora y, por lo general, aclaran nuestra mente y alivianan el “exceso de pensamientos”.
Cuando los niños escriben con disfrute, entran en un trance y se sumergen en las aguas más profundas de su alma, desconectando, por un rato, de todo lo externo (y conectando, en consecuencia, con ellos mismos).
Estos momentos de conexión con uno mismo son, a mi parecer, una necesidad básica. Cuando meditamos o entramos “en trance” durante una actividad artística, nos despojamos no solo de pensamientos sino también de sentimientos -al menos, por un rato. Esto nos permite dejar “reposar” estos sentimientos, y cuando los incorporamos nuevamente, suele ser con más orden y perspectiva.
Confío, basándome nada menos que en mi propia experiencia, en que la escritura creativa ofrece los mismos beneficios para la salud que la meditación.
3- Confianza y autoestima
Cualquier habilidad en la que un niño se perfeccione, ayudará a construir una autoestima fuerte. Pero la escritura va más allá, pues al expandir nuestro vocabulario, se expande también nuestra capacidad de comunicarnos.
Poder comunicarnos adecuadamente, entender al otro y ser capaces de hacernos entender nosotros, poder poner nombre a lo que sentimos o vemos, todo esto, nos da seguridad.
Por supuesto, la comunicación va madurando acorde a la etapa de desarrollo y sucede de muchas maneras -no únicamente mediante la palabra. Sin embargo, a medida que crecemos, crece también la necesidad de nombrar objetos, lugares, características y demás palabras utilizando términos específicos para referirnos a ellos.
Esta capacidad de comunicación nos hace sentir confianza en nosotros mismos. Y lo contrario sucede cuando nuestro vocabulario es escaso: nos sentimos incapaces de hacernos entender y, por ende, inseguros.
Por otro lado, a medida que crecemos, crece nuestra curiosidad y nuestro afán por comprender el mundo. Es difícil lograr este cometido cuando no contamos con los recursos lingüísticos suficientes. Tener un vocabulario pobre, resulta, irremediablemente, en tener un entendimiento limitado del mundo. Claro que existen diferentes medios de aprendizaje que no necesariamente incluyen a la palabra verbal o escrita, pero para afianzar conceptos en profundidad, es indispensable saber nombrarlos.
4- Autoconocimiento
Por último -pero no menos importante- la escritura creativa es un valioso instrumento de autoconocimiento. ¿Qué significa esto?, ¿acaso no nos conocemos a nosotros mismos mejor que a nadie? Bueno, no necesariamente.
Sabemos nuestro nombre y apellido, fecha de nacimiento, domicilio y DNI. Sabemos con quiénes vivimos, cuál es nuestro color preferido, qué tomamos para el desayuno. Pero, ¿sabemos realmente quiénes somos?, ¿cuáles son nuestros sueños, miedos y anhelos más profundos?, ¿qué tareas nos cuestan y cuáles nos salen con facilidad?, ¿qué cosas nos proporcionan alegría y cuáles enojo o tristeza?
Lo interesante de los ejercicios de autoconocimiento, es que son útiles a lo largo de toda nuestra vida, pues los seres humanos estamos en constante cambio y evolución y, por ende, puede que hoy me conozca y, en algunos años, deba volver a conocerme en una versión más actualizada.
Lo mismo sucede con los niños, quienes suelen estar expuestos a comentarios u opiniones que, con la mejor de las intenciones, los encasillan, limitan y condicionan. Algunos ejemplos de estos comentarios pueden ser “sos tan extrovertido”, “qué niño más inteligente”, “cuando seas grande vas a ser bailarina”, “¡te encanta dibujar”, etc. Reitero: estos comentarios no están dichos con maldad, pero sí pueden sugestionar a los niños y hacerles creer que son de determinada forma cuando, en realidad, no es así.
Tal es el caso de mi hermana mayor: cuando era pequeña, disfrutaba mucho de pintar y dibujar y era, además, muy talentosa. Y por ello, recibió toda suerte de comentarios del estilo: “te encanta pintar”, “¡vas a ser una gran artista!”, etc. Ella continuó pintando y dibujando, y las personas siguieron comentando. Sin embargo, llegó un punto en que mi hermana dejó de disfrutar de esta rama del arte. La tragedia fue que ella misma no lo notó, pues de tanto oír a la gente decirle que su pasión era el arte, terminó por creerlo y jamás se le ocurrió cuestionarlo. Y como si eso fuera poco, al terminar la escuela secundaria, optó por estudiar Bellas Artes.
Se podrán imaginar, entonces, mi enorme sorpresa cuando, una tarde, mi hermana me confesó, cual si se tratara de una cosa secretísima, que no le gustaba el arte. ¡¿Cómo podía ser?! Para mí se trataba de una verdad absoluta. Pero no lo era.
Sólo ella sabe qué procesos internos tuvo atravesar hasta llegar a aquella verdad y redireccionar su vida hacia otras artes y labores. Lo único que sé con certeza es lo siguiente: aquella revelación se dio unos meses después de que mi hermana incorporara en su rutina diaria el hábito de escribir dos páginas cada mañana al despertar.
La lectura de esta anécdota es clara: la escritura creativa es reveladora, nos muestra quiénes somos realmente, y ese es, quizás, el tesoro más valioso que tiene para ofrecernos.
¿Y cómo promuevo y acompaño la escritura creativa en casa?
En principio, podemos sugerirla. Recuerden que la idea no es forzar a los niños intereses que no tienen. Lo importante es presentar la propuesta de la manera adecuada.
Quiero decir, si sugerimos “que escriban” o “que escriban algo creativo”, la propuesta es demasiado abstracta y genérica. Lo ideal sería, quizás, proponer actividades más específicas, como escribir un cuento sobre tal o cual temática o realizar actividades con palabras.
Si no se te ocurren ideas o no te sentís lo suficientemente capacitado/a para acompañar la escritura creativa de tu hijo/a, mi e-book de lectura y escritura creativa “El Club de los Miércoles” está pensado para que los niños puedan utilizarlo de manera independiente (aunque, por supuesto, puede ser también una hermosa actividad para hacer en compañía). El mismo incluye:
– Cinco actividades para “calentar motores” y desbloquear la mente y los dedos.
– Diez actividades para incorporar herramientas y estimular la imaginación a la hora de escribir cuentos.
– Diez actividades para incorporar herramientas y estimular la imaginación a la hora de escribir poesías.
– Diez propuestas de escritura libre.
– Diez mini desafíos diarios para estimular la creatividad y estar más atentos a nuestro entorno.
– Una actividad Bonus Track.
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¡Gracias por tomarte el tiempo de leer sobre la escritura creativa! Si llegaste hasta acá, es porque ya diste un gran paso en la dirección correcta.